El macabro encanto de esta preparación reside en la siniestra mezcla de texturas y sabores que despiertan el paladar: el esqueleto está formado por nuggets de pollo tiernos y salados, envueltos en sus vendas de masa de hojaldre o pizza, que se hornean hasta lograr un exterior crujiente, mantecoso y dorado, listo para liberar su terror.